POST Nº 691
017
Navegar como uno más en aguas enemigas con el fin de cambiarlas tiene eso, que debes ser muy terco y creerte mucho lo que defiendes para no ser engullido. Algunos parecen suavizar la incoherencia definiéndose como «troyanos». Suena brillante la capacidad de saber jugar a dos papeles: estar dentro, aparentando ser de la tribu, mientras trabajas para fichar a más gente hacia la opción antagónica. El único problema es que la mayoría de las veces no funciona. Los supuestos troyanos terminan devorados por el sistema que decían querer cambiar. Algunos por error de cálculo al sobrestimar su capacidad para conseguirlo, y otros porque acaban reconociendo que en realidad están encantados de quedarse dentro. Es de ilusos ignorar que el mainstream siempre juega a favor y tiene más tracción. Si el pretendido conspirador flaquea en animar tenazmente su vocación rebelde, o duda en algún momento de los argumentos que le sirven para energizar el esfuerzo que implica ir contra corriente, lo más normal es que termine fagocitado. Lo curioso es que los supuestos troyanos, cuando son cuestionados, aducen que son los únicos que hacen cosas de verdad, que escapan de la teoría para pasar a la acción. Esta postura contradictoria se cuenta bien en «El banquero anarquista», una sátira mordaz de Fernando Pessoa que retrata a un acaudalado banquero que se autoproclama como un auténtico anarquista, a diferencia de los «anarquistas de pacotilla» que no hacen nada. El personaje, «en su ferviente interés por demostrar su coherencia», se enroca en un sinuoso argumentario para justificar su decisión de acaparar todo el dinero que pueda como estrategia para luchar contra la tiranía establecida. El librito es una delicia, refleja bien cómo estos falsos conspiradores del bien terminan reproduciendo aquello contra lo que luchan, las mismas relaciones que decían querer desmontar. Decía el humorista Terry Pratchett que «el problema de tener una mente abierta es que la gente insiste en entrar dentro y poner allí sus cosas» y, añado yo, a veces lo consigue. A más dispuesto se está de empatizar con el sistema, de «abrir la mente», más oportunidades tiene este de empujarte por el camino de la conversión. Por eso a menudo funciona mejor no «jugar al troyano», sino guardar distancia y mantener una actitud de disidencia cristalina, sin paliativos. El poder tiene una enorme capacidad de camelar a quienes lo cuestionan, así que es de sabios reconocer ese riesgo y nuestra propia debilidad. Claro, encontrar el punto aquí no es fácil. Como leí de un anónimo: «Algunos son tan rabiosamente independientes e incorruptibles que acaban muriendo de eso… de rabia». Supongo que se trata de poner límites que sean tan firmes como sensatos, y respetarlos. Así de fácil y de difícil.
Bonus Track
018
En tiempos modernos, que sea nuevo parece más importante a que sea bueno. Y esto describe bien lo que está pasando con la innovación educativa. El filósofo Gregorio Luri ―citado por Jesús Martínez― lo explica a la perfección: «Hoy en el mundo de la educación nadie parece molesto si le dices que está equivocado, pero se deprime si sospecha que está anticuado».
019
Es alucinante lo que uno aprende escribiendo en un blog. A veces me pasa que de tanto pensar en un problema para intentar explicarlo, o de torturar un párrafo para encontrar las palabras exactas, descubro que tenía dentro una idea que no sabía que tenía, y que era muy buena. Una vez terminado el post, la releo varias veces y me sorprende que sea mía. Me alegra que estuviera ahí y que haya salido. Es adictivo.
020
Que las cosas funcionen relativamente bien, a veces basta…
PILDORINES anteriores:
0. ¡¡Y llegan los pildorines!!
1. Las rutinas pueden ser bellas
2. El fastidio emocional de hacer el equipaje
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La entrada #Pildorines 5: El troyano de Pessoa se publicó primero en Amalio Rey | Blog de innovación con una mirada humanista.