POST Nº 702
036
Quien no ha gestionado empresas ni ha arriesgado invirtiendo en ellas, debería sopesar sus opiniones. Si no ha tenido que pagar nóminas —con las que se compran pañales y llenan neveras— pocas bromas con eso. Decía Lucy Kellaway que «escribir sobre gestión es más fácil que gestionar», algo que Keynes corrobora con «es más fácil enviar recetas que pasteles y galletas». Cuesta entender que quien jamás se ha expuesto de verdad, porque disfruta de un empleo asegurado de por vida, ande por ahí dando lecciones sobre cómo se dirige una empresa. Estos excesos abundan y lo peor de todo es que la gente da crédito a cualquier relato bien contado sin preguntarse primero qué ha hecho antes esa persona que habla tan bonito. Se asigna autoridad sin investigar nada. Y lo cierto es que cuando abandonas el confort de los libros y el parloteo de expertos, descubres que hay un abismo entre teorizar e implementar con impacto. Claro que hay perversiones corporativas que son criticables desde la evidencia y que para eso bastaría con la perspectiva de cliente, empleado o ciudadano, pero no hay que ignorar lo difícil que es impulsar un proyecto empresarial cuando se pone toda la carne en el asador, desde el patrimonio personal hasta la salud mental y la estabilidad familiar. Me consta que es una tarea dura. Por eso, evito como consultor dar lecciones rotundas, aunque a veces me haya equivocado en eso. Es fácil caer en la tentación de suponer que uno sabe más de lo que sabe, o exagerar el impacto que puede tener un consejo dado por alguien que solo ha estado un ratito en el sitio que pretende mejorar, por muy bien que crea entenderlo.
Bonus Track
037
«La industria de externalización de marrones, como he denominado en alguna ocasión a todos esos atajos que nos invitan a sentirnos bien pagando para que los demás hagan el trabajo sucio por nosotros, se basa esencialmente en intentar que a uno no se le pase el calentón entre que desea algo y lo adquiere. Cada segundo que pasa es un consumidor menos (…) El problema de nuestra relación con el tiempo es que cuando subcontratamos nuestros marrones para tener más tiempo libre, el resultado termina siendo el opuesto: no ganamos tiempo, sino que lo rellenamos con más basura» (Héctor G. Barnés)
038
Algunos consejos de los libros de autoayuda son muy buenos. Ni me acuerdo dónde leí este tan acertado: «Nunca compares tu interior con el exterior de los demás». Suena a obviedad, pero es un fallo de apreciación en el que caemos de manera jodidamente recurrente. Por ejemplo, comparar lo que sabemos de nuestro matrimonio o vida en pareja con lo que parece ser de las personas que conocemos, incluidos los amigos. Más de lo mismo, con el trabajo y otras actividades que podrían ser comparables. La gente es peliculera, no le gusta ser vista como perdedora, exagera lo bueno y evita contar sus miserias, mientras que nosotros sí conocemos las nuestras. La información sobre los otros es incompleta, está trucada: si te comparas puede que creas que estás peor de lo que estás.
039
«Nada importa tanto si dejas correr el tiempo. El tiempo lo cura todo, es un bálsamo. Una vez que lo sabes, ya ni hace falta esperar» (fuente desconocida).
Pildorines anteriores
0. ¡¡Y llegan los pildorines!!
1. Las rutinas pueden ser bellas
2. El fastidio emocional de hacer el equipaje
6. ¿Un teclado con impresora incorporada?
7. Impulsos naturales y meritocracia
8. Somos las palabras que pensamos
NOTA: La imagen de la entrada es de SerenaWong en Pixabay.com. Si te ha gustado el post, puedes suscribirte para recibir en tu buzón las siguientes entradas de este blog. Para eso solo tienes que introducir tu dirección de correo electrónico en el recuadro de “suscríbete a este blog” que aparece a continuación. También puedes seguirme en Twitter o visitar mi otro blog: Blog de Inteligencia Colectiva
La entrada Escribir sobre gestión es más fácil que gestionar (Pildorines 10) se publicó primero en Amalio Rey | Blog de innovación con una mirada humanista.