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Nace una nueva disciplina: «Diseño de la Participación»

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POST Nº 703

Esta semana lo vi, lo acabé de ver en Zaragoza. Tanto que me animé a contarlo en Twitter con cierto alborozo y resulta que bastante gente se apuntó a la fiesta con RT y «me gusta». El titular sería este: Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva disciplina y ya tiene nombre: «DISEÑO DE LA PARTICIPACIÓN». Y déjame que aclare que NO estoy diciendo que esta disciplina nazca conmigo sino que es el momento en que, por primera vez, veo que se dan las condiciones para que eso ocurra.

Así es, llevamos bastante tiempo sentando las bases para eso. Han sido esfuerzos en paralelo pero interconectados de varias personas que andamos desarrollando teoría, metodología y herramientas, la mayoría desde la praxis de facilitar procesos participativos pero también desde una indagación más sesuda, poderosa, que no tiene nada que envidiar a la reflexión académica. A riesgo de ser injusto por mi mala memoria, ahora me vienen a la mente Ricardo Antón,  Javier Arteaga y el trabajo que hace desde Feeling, Doménico di Siena, Yago Bermejo y Arantxa Mendiharat, Teresa Jular, Mariana Salgado y su equipo desde ese altavoz maravilloso que es Diseño y Diáspora —un gran repositorio de audio para aprender en esta disciplina—, Javi Creus, Ramón Sanguesa, Raúl Olivan y su equipo desde la gestión pública con su modelo HIP, iniciativas como el Colaboratorio de Innovación Ciudadana, o empresas como Innovación Colectiva y el equipo de Nacho que facilita muchos procesos de este tipo. Algunos de ellos están contribuyendo incluso sin ser conscientes de ello. Y de nuevo mis disculpas porque no estoy siendo exhaustivo y seguro que me olvido de gente 🙂    

Mi viaje personal con esto viene de lejos, más de diez años, y se coronó en parte con la publicación El Libro de la Inteligencia Colectiva. En el epílogo de este ensayo avisé que el 2do volumen estará totalmente dedicado al «diseño de arquitecturas participativas», que es mi forma de referirme a esta nueva disciplina. En noviembre escribí un texto, para una charla que di en la 2022 Bilbao Bizkaia Design Week (#BBDW22), que avanza también algunos puntos sobre la relación de ida y vuelta que existe entre el diseño y la inteligencia colectiva, y que puede servir de marco para seguir profundizando en los fundamentos del «Diseño de la Participación».

En noviembre empecé a impartir talleres sobre este tema con un enfoque mucho más práctico y centrado en el #diseño. Nos estrenamos en WikiToki con el bueno de Ritxi Antón y una participación muy nutriente (imágenes), y esta semana hemos dado el último en el Laboratorio de Aragón [Gobierno] Abierto (LAAAB), con overbooking de inscritos (más de 70 apuntados y lista de espera) y muchísimo interés entre los asistentes (ver vídeo). Me consta que esto jamás hubiera ocurrido unos años antes cuando la demanda era casi inexistente así que algo está cambiando para bien. Se están creando las condiciones para que esa demanda cívica y las instituciones que la están promoviendo traccionen el desarrollo de este campo. A más visibilidad, más oportunidades de incorporar aportaciones del mundo del activismo, lo/as profesionales de la facilitación y la voz académica.

Un matiz importante es que la participación no es solo una prioridad política en democracia, sino que hay que impulsarla también dentro de las organizaciones, tanto en las entidades públicas como en las empresas. Quién crea que esto interesa únicamente para mejorar la «participación ciudadana»  —que ya es bastante—, se equivoca. Cada vez hay más presión social por participar y eso vale para cualquier contenedor colectivo. No se salva ninguno, y el caso de las empresas es especialmente gravoso. Todavía muchos empresarios y empresarias creen que la legitimidad de sus decisiones sólo depende de la propiedad accionarial, obviando que abrirse a la participación multiplica las probabilidades de que esas decisiones sean más justas y mejor recibidas. Participar es lo correcto pero también lo más eficaz.

Ahora voy a avanzar una docena de ideas sobre cómo me imagino el lienzo de esta disciplina. Cojo pinceles y acuarelas para pintar aquí mi primer esbozo. Tú seguro que tienes el tuyo o, si te apetece, puedes trabajar sobre el mío, que para eso es un prototipo. Voy a enumerar las ideas por si quieres referirte a alguna de ellas en los comentarios:

1. ¿Qué es «Diseño de la Participación»? (en adelante, DP)

Mi manera de definirlo es esta: Estrategias de diseño organizativo que sirven para mejorar la inteligencia colectiva de un grupo mediante procesos participativos que son: (a) efectivos, (b) afectivos, (c) legítimos.

2. Diseño de la Participación vs. Diseño Participativo

Aprovecho para aclarar que hablamos de dos términos distintos. Esto es importante que quede resuelto para los que piensen, con razón, que del segundo ya tenemos mucho publicado. El «diseño participativo», que también llamamos «co-diseño», se refiere a los procesos que implican colectivamente a las personas usuarias en el diseño de productos, servicios y políticas públicas. El «diseño de la participación», en cambio, es cómo hay que concebir la arquitectura de intercambios para que esa participación funcione. Pongamos un ejemplo. En un ejercicio de presupuesto participativo, el DP se encargaría de definir las pautas organizativas de cómo se va a hacer (mecanismo de convocatoria, procedimiento para recoger ideas, método para interpretar y elegir los proyectos a financiar, etc.), pudiendo ser (o no) adoptando técnicas de «diseño participativo» en todas las fases.

3. No somos deterministas con el diseño, pero sabemos que influye mucho

Sé que en el éxito de un proceso de este tipo influyen también otros factores como las ganas de lo/as participantes, la cuantía de recursos invertidos, el timing y, también, la suerte. Pero se trata de intervenir en lo que la parte del diseño puede mejorar. Lo que estoy en condiciones de afirmar tajantemente es que diseñar bien la arquitectura participativa de un proyecto aumenta de forma significativa las probabilidades de que sea un éxito. Tenemos el deber de averiguar cuáles son las variables gestionables y diseñarlas de la manera más efectiva según los objetivos que buscamos. Por ejemplo, «diseñar contextos» que estimulen los comportamientos adecuados. De hecho, la tesis central de mi trabajo es que el diseño organizativo desempeña un papel clave en la prevención de la ineptitud colectiva. Si un colectivo se comporta de manera estúpida no es porque las masas sean estúpidas per se, como afirma la matraca individualista, sino porque hay un problema subyacente de diseño de las interacciones y su agregación.

4. La participación es eficaz solo si se concibe dentro de una arquitectura inteligente

Los proyectos colectivos no pueden improvisarse así como así. Demandan un trabajo organizado y unas rutinas para que produzcan resultados estimulantes. Es cierto que la inteligencia colectiva tiene una parte deliciosamente ingobernable, de emergencia, que conviene dejar fluir; pero hay otra más gestionable, que requiere un cuidado y una preparación minuciosos. Hay que aplicar determinadas metodologías y sistematizar ciertas prácticas para que la cultura participativa se asiente en los colectivos. Y es de esto de lo que debe encargarse el «Diseño de la Participación» como disciplina.

5. Se necesita más conversación entre disciplinas

Me consta que el diseño, al ponerse tan de moda, produce desconfianza desde ámbitos como la sociología, las ciencias políticas, la filosofía y otras disciplinas de humanidades que se precian de ser más profundas en el análisis de las causalidades. A veces los diseñadores entran en las organizaciones con una cojera tecnócrata que da vergüenza, así que no sorprende que generen resistencias cuando pretenden sustituir (en vez de complementar) esas otras miradas o lo hacen descuidando la dimensión política que tienen la mayoría de los retos de innovación en los que se aplica. Un punto de conexión es que el DP embebe relaciones de poder porque distribuye poder, y esa es una de las razones de por qué no se debe delegar. Insisto en que hay que impulsarlo desde una rica conversación con esas otras disciplinas, desde el respeto por lo diferencial que puede aportar cada una y buscando hilos que las complementen mutuamente. Conviene aclarar que yo no soy diseñador, ni nunca me definiría técnicamente como tal, pero siento que la perspectiva del diseño llegó a mi bagaje intelectual —de economista humanista— para aportarle una capa creativa y práctica que no tenía.  

6. Variedad de formatos y mecanismos de agregación

El DP abarca múltiples formatos y no solo el de los «procesos deliberativos». Por mucho que nos guste la deliberación, hay que ampliar las posibilidades y explorar también otros mecanismos de agregación de preferencias que van desde marcos que «diseñan el desorden» favoreciendo los efectos emergentes (como la estigmergía) a sistemas de votación más inclusivos, concursos que primen la síntesis o procedimientos de gobernanza algorítmica que sean legítimos, entre otros. Al mismo tiempo, estamos normalizando y consintiendo que grandes decisiones se tomen en votaciones de 51/49, cuando existen otros mecanismos que se ajustan mucho más a la creciente complejidad y diversidad actual. El menú aquí es amplio y hay mucho trabajo por hacer para mejorar la manera en que diseñamos los procesos de agregación de preferencias.

7. Una metodología para validar la calidad participativa

El término «participación» está de moda y ya sabemos lo que eso significa. Para bien y para mal. Es un palabro que, si no lo cuidamos, se irá vaciando de significado. Ya está pasando. Por eso se necesita una metodología o un marco de referencia que sirva para validar si un proyecto es genuinamente participativo. Ya tenemos algunos avances en esa línea, como el documento publicado por la OCDE sobre «la ola deliberativa» en los procesos de participación ciudadana (hay muchos más), pero echo en falta un marco más versátil y didáctico, que sea aplicable a contextos diversos. En mis talleres estamos trabajando esta cuestión de una manera diferente: proponemos una «anatomía» de estos procesos —que abarca seis «momentos»—, exploramos cómo abrir cada uno de esos momentos y, después, calculamos un «Índice de Calidad Participativa» para estimar precisamente eso, cuánto de genuina es esa participación. Aportar rigor y sencillez al diseño de estas metodologías es parte de lo que tiene que hacer esta nueva disciplina.

8. Tres desafíos en el diseño de la participación

Las «arquitecturas participativas» que tenemos que diseñar abordan desafíos a tres niveles, cada uno con dificultades distintas: (1) Individual: conseguir que las inteligencias individuales de lo/as participantes liberen todo su potencial, (2) Interacciones: crear un «contexto facilitador» que vigorice la inteligencia interpersonal, esto es, la calidad de los intercambios entre lo/as participantes para que sean efectivos y afectivos, (3) Agregación: concebir un buen mecanismo de agregación que combine las preferencias individuales de un modo eficaz, eficiente y legítimo.

9. Una nueva disciplina (y asignatura) en las escuelas de diseño

Hay que abrir una asignatura como esta en las escuelas de diseño. Tenemos que hacer ver el atractivo de «diseñar la participación» a las personas que eligen esta carrera. Si no le ponemos nombre, y no lo dotamos de un corpus pedagógico reconocible, va a ser difícil que encuentre el sitio que merece en la educación formal. Si no ayudamos a visibilizar ese intangible, con metodologías y herramientas, va a ser difícil implicar a más talento para mejorarlo. Y lo necesitamos. Mi enfoque para eso es hacer ver la belleza y dimensión emocional que tiene diseñar procesos participativos. Hay una capa estética, tan bella o más que la que existe al diseñar una ropa o un edificio, cuando se consigue —por ejemplo— que un colectivo se ponga de acuerdo en un reto complejo y de paso aprenda, mientras minimiza significativamente el número de perdedores.

10. Aprendiendo a partir de «principios de diseño»

Una manera de capacitar en esta disciplina es creando un corpus sustancioso de «principios de diseño». En eso estoy metido ahora. Ya tengo identificados un centenar de esos principios, que voy filtrando y depurando en los talleres que organizo. En el de Zaragoza trabajamos con una primera lista de unos 50 principios, organizados en cinco tipos de retos: (1) de participación, (2) de agregación, (3) de escalado, (4) de gobernanza, (5) de impacto y retornos. Esta arquitectura de principios va a ser el plato fuerte de mi próximo libro, que se estructurará por píldoras que expliquen cada uno de esos principios en un formato breve. Lo que busco es crear marcos de referencia, un espacio de juego configurable según contingencias pero dentro de unos límites determinados por una filosofía consistente que no es otra que la de la participación genuina.    

11. Los dilemas y paradojas de la participación como fuente de aprendizaje

Sé por experiencia que hay un montón de dilemas y paradojas contenidas en la participación. El diseño tiene mucho que aportar en el esfuerzo de encontrar «y» donde ahora hay unos «o» muy limitadores. Tenemos que aprovechar la energía liberadora del pensamiento paradójico. Necesitamos trabajar en esos bordes, reconocerlos y trascenderlos. Me consta que las personas con formación en diseño suelen ser muy buenas en esto.

12. Algunos temas concretos en los que podemos trabajar

Solo a modo de ejemplo, para aterrizar todo esto, voy a citar algunos temas concretos en los que podemos trabajar —yo ya lo estoy haciendo— desde esta nueva disciplina. Veamos:

  • Tipos de retos más (y menos) fértiles para abordar a través de procesos participativos
  • «Patologías participativas” que producen ineptitud o estupidez colectiva y estrategias de diseño para minimizarlas (tengo una taxonomía que identifica ocho tipos, y trabajo en «principios de diseño» que ayudarían a atenuar o corregir los efectos negativos de cada una)
  • Índice de calidad participativa: ¿Como saber si un proyecto es realmente participativo?
  • Metadiseño de la participación: Si el poder se traslada a las pautas de diseño, ¿cómo las diseñamos?
  • Rediseño informacional para reducir los costes de la participación y mejorar la inclusión (este es un tema fascinante, muy de diseñadore/as y de trabajo multidisciplinar, y que ha generado mayor interés en los talleres)
  • Revisión del concepto de legitimidad, desde lo participativo, en los entornos empresariales
  • Puesta en valor de lo positivo de la participación versus el mito de la estupidez colectiva
  • Intervenciones de diseño que aumentan la corresponsabilidad individual (aquí hay un mundo de posibilidades de combinar la creatividad del diseño con las ciencias del comportamiento)
  • Pautas de diseño que mejoran la «igualdad de oportunidades» en los procesos participativos
  • Mecanismos para dar una segunda oportunidad a las propuestas minoritarias con el fin de atenuar el efecto del «aplanamiento de soluciones»

Ya termino. Dije que empieza a haber cada vez más demanda de esta formación y también de esfuerzos profesionales de acompañamiento. Se abre una ventana de oportunidad, que tenemos que ensanchar y enriquecer entre todo/as. Las instituciones deben ayudar. La ciudadanía y los movimientos ciudadanos corresponsabilizarse. Ahí debemos estar ofreciéndonos y aprendiendo.

Mientras tanto, sigo afinando y modificando el diseño de mi «taller de arquitecturas participativas». El de Zaragoza se ha parecido muy poco al primero de WikiToki y el siguiente será distinto al del LAAAB. Quiero hacerlo más extenso, para ir más despacio y poder hacer más ejercicios prácticos. El último fue de una mañana intensiva, pero ya he visto que la duración ideal es de jornada y media, o de dos jornadas completas. La participación es un reto demasiado complejo para abordarlo de forma efectiva en una mañana. Estoy pensando también en especializar los talleres en tres tipos: (1) participación ciudadana, (2) entidades públicas, (3) empresas.

Me ofrezco a replicar estos talleres en los sitios que me llamen, tanto en España como Latinoamérica, para seguir sumando personas a la causa y mejorando este prototipo. Solo pido que haya un interés auténtico en invertir tiempo en esto. También te invito a que —si te mueves en el mundo académico— pienses en la posibilidad de abrir asignaturas y cátedras en escuelas de diseño y otros ámbitos universitarios (cursos optativos, programas de postgrado, etc), e impulsar más investigación. Necesitamos, además, abrir espacios de intercambio (foros, encuentros, jornadas) de experiencias y buenas prácticas entre personas que diseñan procesos participativos.

Asimismo, estoy convencido de que este conocimiento no debe cerrarse a los diseñadores profesionales. Necesitamos cientos, miles, de «facilitadores» de procesos participativos, y para eso hay que promover esa formación especializada. Yo espero que las instituciones comprendan que deben programarla dentro de sus agendas de capacitación.

Quiero invitarte a conversar en el espacio de comentarios de este post. Que dejes tu opinión sobre esta propuesta. Por ejemplo: ¿Tiene sentido impulsar esto como disciplina?, ¿Tendría cabida en las escuelas de diseño?, ¿Qué contenidos se deberían trabajar?, ¿Cómo trabajarlos desde una lógica pedagógica efectiva?, ¿Qué precedentes tenemos para subirnos sobre esos hombros?, y cualquier sugerencia que se te ocurra.

NOTA: La imagen del post es del taller que impartimos en el LAAAB de Aragón. Si te ha gustado el post, puedes suscribirte para recibir en tu buzón las siguientes entradas de este blog. Para eso solo tienes que introducir tu dirección de correo electrónico en el recuadro de “suscríbete a este blog” que aparece a continuación. También puedes seguirme en Twitter o visitar mi otro blog: Blog de Inteligencia Colectiva

La entrada Nace una nueva disciplina: «Diseño de la Participación» se publicó primero en Amalio Rey | Blog de innovación con una mirada humanista.


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